SINOPSIS NOVELA
"HISTORIA DE UN SIBARITA"
Aunque el cuadro de
la portada, del pintor milanés Giuseppe Arcimboldo (1591), nos lleve al siglo
XVI, concretamente a la corte rudolfina de Praga, mostrándonos el rostro del
emperador Rodolfo II concebido como Vertumno, es decir, representando la
abundancia de frutos de la naturaleza en las diversas estaciones del año, se
acerca mucho a la actualidad del personaje de la novela (Eduardo Saínz de las
Heras), nacido en Madrid en 1966, como también se acerca a un tipo de vida
sibarita deseado por muchos lectores, aunque en detrimento de las
excentricidades en la corte de Praga de Rodolfo, hijo del Emperador Maximiliano
II y más tarde el emperador Rodolfo II, nuestro personaje, termina por
adaptarse -siempre viviendo en un status socio económico perteneciente a una
alta burguesía, heredera, en el caso de la novela, de una aristocracia venida a
menos-, a una realidad actual, más democrática y participativa del trabajo,
como forma, no sólo de auto realización, sino también como forma de
conservación del patrimonio y ganarse el sustento.
Ahora bien, por encima y por debajo de la afición de nuestro personaje a la
buena y sibarítica mesa, a los más refinados placeres de las relaciones
amorosas, y a la propensión a citar una colección de frases de autores
pertenecientes a todos los ámbitos del saber, producto de su inclinación por la
cultura humanística, en la novela se palpa, desde la primera experiencia en la
Costa Brava hasta las experimentadas tanto en Europa como en Estados Unidos, un
limpio deseo de encontrar a la mujer ideal y formar con ella un destino común.
Por lo que la novela, sin
desdeñar ese alarde de sibaritismo, amoroso y gastronómico, que atrae a los
lectores, aún perteneciendo a una novela psicológica y de aventuras, bien
podría pertenecer a la categoría de novelas amorosas o novelas románticas.
El retrato de la portada,
enviado por parte de Arcimboldo desde Milán a Praga, fue acompañado de un poema
celebrativo de Gregorio Comanini (1550-1608), que esta sinopsis, como punto y
final, no se resiste a reproducir:
Mira la manzana, mira el melocotón
como se me ofrecen en ambas mejillas
redondos y llenos de vida.
Fijate en mis ojos
de color cereza uno
el otro de color de mora.
No te dejes engañar, es mi cara.